Los ojos de Aldo transmiten
fascinación, la fascinación de un niño eterno ante la magia, la misma
fascinación que experimenté cuando los vi por primera vez en una de sus
conferencias.
La conferencia la vi en VHS en
casa de Manolo Casares. Era la primera conferencia que veía de cualquier mago.
Tras años de pajas mentales y de libros tan potentes como la vía mágica o 52
amantes, llamé a un teléfono que vi en Internet y quedé con Manolo, que no sólo
acudió a la cita en el bar Caribe, sino que esa misma tarde me llevó a su casa
y me puso precisamente un vídeo donde salían: los ojos de Aldo.
El VHS era esperanzador para un
neófito con pocos recursos técnicos: efectos sencillos de realizar y potentes
en su efecto, detalles de manejos y sutilezas. Un primer contacto ideal,
gracias una vez más, Manolo.
Los ojos de Aldo transmiten
facilidad, la facilidad de muchos de sus efectos, efectos que disfrutas al poco
tiempo de hacerlos y en los que te pueden centrar directamente en la
presentación, como se suele decir en el marketing mágico.
Los ojos de Aldo son redondos,
redondos como el aro que acompaña a la cuerda en una rutina que intenté pulir
durante mucho tiempo y que nunca hice en público (con muchos pases suyos), redondos
como la caligrafía amable y considerada.
Los ojos de Aldo pueden llenar un
escenario por sí solos. Recuerdo una gala del Hocus donde esos ojos presentaban
a un montón de artistas excelentes, algunos hasta de grandes ilusiones y al final
sólo recordabas la rutina de cuerda y los gags del falso robo del reloj o del
espectador que sale del lado contrario a la bola que se lanzó para elegir al
voluntario. Todos productos del dueño de los ojos, a los que acompañaba, hay
que decirlo, un cuerpo grande que también contribuía a llenar el espacio
escénico.
Los ojos de Aldo transmiten
humanidad, simpatía, la amistad derivada de la magia, que es, en última
instancia, lo mejor de lo disfrutamos los apasionados de este arte.
La última vez que vi los ojos de
Aldo en vivo fue en una conferencia del Círculo Mágico de Granada de la que
traduje la primera parte (creo que Michael Schrave me relevó en la
segunda). Recuerdo los ojos agradecidos
y cómo me regalaron en el acto una de sus notas de conferencia. Al final de la
misma le expresé con mis propios ojos (y palabras) la gratitud por todo lo
aprendido de él en libros y vídeos. Desde entonces hago lo mismo con cada mago
que conozco en vivo tras mucho tiempo de conocerlo en papel y en holograma
digital.
La última vez lo hice con Michael
Ammar. Lo miré a lo ojos agradeciendo su influencia clave en mi caminar mágico.
Noté felicidad en la mirada y gratitud por la gratitud. ¿Y cómo no iba ser así,
si sus Easy to Master me hicieron mejor mago y, sobre todo, feliz?
Los ojos de Aldo siguen flotando en
el cielo que amenaza con caernos encima a los locos apasionados que amamos este
arte llamado ilusionismo.
Excelente artículo, y comparto palabra por palabra lo que dices. ¡Hasta tengo también una rutina de aro y cuerda basada en ese "Ringing Around"! De hecho el aro venía con el libreto del efecto cuando lo compré y lo usaré siempre con mucho cariño.
ResponderEliminarNo he tenido la suerte de poder ver en directo a Aldo y mucho menos
conocerle en persona, pero el agradecimiento es y será siempre infinito, la buena noticia es que nos deja un legado tremendo.
Bueno pero tú seguro que has presentado la rutina varias veces ante público. Igualmente un placer estar en sintonía contigo. Abrazo y gracias por tu comentario.
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