martes, 10 de julio de 2012

AHONDANDO EN EL CONCEPTO DE LA FALSA DISCONTINUIDAD

            

En esta ocasión la foto va dedicada a mi maestro Luis Arza. Después de años de pajas mentales autodidácticas, me topé finalmente con este espécimen único que es Luis. Fue él quien en primer lugar me llevó a tomar contacto con la realidad del público profano, amén de otros conceptos claves en magia.

Carismático, polémico, sabio conocedor de todas las ramas del ilusionismo, su magnética personalidad seduce hipnóticamente tanto a su público como a los magos que se acercan a escucharlo, como sucede en la foto tomada en el cortijo de Frías (Cabra), donde lo vemos comentando pases de cubiletes a unos fascinados Rafa Muñoz y Jordi Valls (Rubiales también está pendiente). La foto hace cierta justicia a esa fascinación que suele ejercer tanto en su público como en los magos.

Especialista en indicar los caminos sin salida, en provocar hasta el límite a sus alumnos, siempre busca que sean ellos mismos quienes encuentren las respuestas que van buscando, no escatimándoles algún que otro zarpazo si los ve deambular por el camino equivocado. Genio y figura. Don Luis Arza.



Una vez enunciado el concepto de falsa discontinuidad en el artículo previo, vamos a ahondar hoy un poco más en él, viendo una posible categorización del mismo, así como algunas de sus ventajas más inmediatas.

CATEGORIZACIÓN DE LA FALSA DISCONTINUIDAD.

Podríamos distinguir en principio las siguientes categorías o tipos de falsa discontinuidad.



1. Falsa discontinuidad de estado. 

Este tipo de falsa discontinuidad pretende simular que el estado de un elemento cambia, cuando en realidad no es así. Puede tratarse de su integridad (fingir que pasa de entero ha roto), su color (pretender un cambio de color que realmente no tiene lugar) o alguna otra de sus características esenciales.

El ejemplo de la cuerda rota y recompuesta descrito en el artículo previo describe una falsa discontinuidad de estado, ya que al principio del juego se pretende fingir que la cuerda cambia de estado, de entera a rota.

Otro ejemplo inmediato es el juego de la cerilla rota y recompuesta en el pañuelo.


Juego de la cerilla rota y recompuesta en el pañuelo

En este conocido efecto se parte de un pañuelo con una cerilla oculta en el dobladillo. Se empieza el juego mostrando el pañuelo claramente vacío. A continuación se introduce una cerilla en el centro del mismo para envolverla en el pañuelo.  Se entrega el pañuelo al espectador, dándole a palpar la cerilla oculta del dobladillo. Entonces se le pide que la parta. El espectador hace lo solicitado.

Al desdoblar el pañuelo, se verá sorprendentemente que la cerilla que se introdujo en el pañuelo sigue intacta (la que el espectador quebró fue la extra oculta).

Este juego presenta una falsa discontinuidad de estado, ya que al principio del juego se da a entender que la cerilla que se introduce pasa de intacta a rota, cuando no en realidad no se es así.

El juego sigue por tanto el esquema enunciado en el artículo anterior.

Sit P  ------ (Sit A)----------------------Sit B,
         fd

En este caso, Sit P es la situación de partida, fd la acción de discontinuidad aparente, que se da en el momento en que el espectador rompe la cerilla del dobladillo.  (Sit A) es la falsa situación inicial, en la que supuestamente la cerilla está rota, cuando en realidad sigue intacta. Y finalmente Sit B es la situación final, en la que se muestra la cerilla intacta.
Vemos, una vez más que Sit P = Sit B. Es decir, que la situación de partida es la misma que la final. La cerilla estaba intacta al principio y, como en realidad no sufrió ninguna alteración, sigue intacta al final.



2. Falsa discontinuidad de ubicación

Este tipo de falsa discontinuidad pretende simular que la posición de un elemento cambia, cuando en realidad no es así.

El ejemplo del artículo previo sobre la asamblea por añadido de Braue es un ejemplo de este tipo de falsa discontinuidad. Parece que cambiamos la ubicación de los ases esparciéndolos sobre distintos puntos de la mesa, cuando en realidad sigue juntos al final del manejo.

Otro ejemplo inmediato sería el del uso del falso depósito para simular un viaje de mano a mano. Se me ocurre el siguiente ejemplo:



Viaje de moneda a estuche

Partimos de una moneda en la mano derecha que se muestra claramente a los espectadores palma arriba. En el tapete, hacia nuestra derecha, se encuentra un estuche de cartas vacío.

Vamos a realizar ahora un falso depósito de la moneda de la mano derecha a la izquierda, reteniéndola en el empalme de dedos. A continuación cogeremos el estuche con la mano derecha que oculta la moneda retenida (uso inocuo de la mano cargada, en términos de Ascanio).

En realidad el falso depósito se realiza en tránsito de ir a coger el estuche.

La secuencia sería la siguiente. Partimos, tal y como hemos dicho, de la moneda bien a la vista en la mano derecha mirando a los espectadores mientras charlamos con ellos. A continuación reparamos con la mirada en el estuche situado a nuestra derecha y, PARA COGERLO, la mano derecha suelta su moneda (realizándose el falso depósito) y agarra el estuche, sujetándolo con la apertura hacia arriba.

Ahora levantamos la vista hacia los espectadores y anunciamos el viaje mágico de la mano al estuche. Realizamos el gesto mágico de lanzar imaginariamente la moneda de la mano izquierda al estucho y, cuando supuestamente acaba el viaje, golpeamos el estuche con el anular derecho (gesto que queda cubierto por un ligero movimiento del estuche al realizar el gesto mágico), indicando sonoramente que la moneda ha llegado a su destino.

Ahora sólo resta volcar el estuche sobre el tapete soltando la moneda del empalme de dedos.

Independientemente del manejo, lo importante aquí es como se aplica el concepto de falsa discontinuidad a raíz del falso depósito.

En este caso, la situación de partida es la moneda posicionada en la mano derecha al principio del juego. La acción de discontinuidad aparente es el falso depósito, que finge cambiar la posición de la moneda a la mano izquierda, cuando en realidad sigue en la derecha. De este modo, partimos de una falsa situación inicial, en la que supuestamente la moneda está en la mano izquierda, cuando en realidad sigue en la mano derecha.

Para terminar se revela la situación final, en la que se muestra que la moneda ha viajado a la estuche de la mano derecha.

Una vez más comprobamos que la situación de partida es, en esencia, la misma que situación la final.

En ambas, la moneda se encuentra en la mano derecha, si bien el último engaño de soltar la moneda del empalme de dedos al girar el estuche, da la ilusión final de que la moneda sale de él (si hubiéramos hecho un falso depósito para un viaje de mano a mano, sin estuche, la situación de partida y la final hubieran coincidido exactamente).

Se me ocurre ahora que se podría realizar el efecto, con más lógica aún, usando un cigarrillo y una cajetilla de tabaco (aprovecho para mandar un abrazo a mi colega Mario López, el rastas).



Otro ejemplo de falsa discontinuidad de ubicación podría ser la siguiente rutina de moneda a la carta con la que he experimentado alguna vez.



Rutina de moneda a la carta en tres fases.

Partimos de una moneda cubierta por una cascarilla, de una carta y de una moneda. En la mano derecha se oculta otra moneda exactamente igual en el empalme de dedos.

Cubrimos moneda y la cascarilla (una moneda para los espectadores) con la carta. Levantamos la carta hacia nosotros y fingimos sacar la moneda de debajo de ella. En realidad sacamos la moneda que teníamos en el empalme de dedos derechos, volviendo a dejar la carta en su lugar (de este modo sigue cubriendo moneda y cascarilla). Realizamos un spider vanish que hace desaparecer la moneda, quedando empalmada en el clásico de la mano derecha. Levantamos la carta con la mano izquierda.

Se ve que la moneda ha regresado.

De nuevo tapamos la moneda con la carta, al tiempo que pretendemos volver a coger la moneda con la mano derecha. En realidad de nuevo sacamos la moneda empalmada en dicha mano. Ahora vamos a realizar una descarga tipo Slydini. Realizamos un falso depósito a la mano izquierda. Damos un soplo mágico mirando dicha mano, al tiempo que la mano derecha que retiene la moneda descansa sobre el borde del tapete, aprovechando ese instante para descargar la moneda al regazo.

De nuevo, se levanta la carta y se ve que la moneda ha vuelto a su lugar de origen.

En la última fase, mostramos las manos claramente vacías (estableciendo un STOP que elimina la solución empleada en las dos primeras fases. Entonces tapamos la moneda (y su cascarilla) con la carta. Levantamos ésta de nuevo, como para nosotros, y quitamos la cascarilla de la moneda, extrayéndola de debajo de la carta como si fuera la propia moneda (aplicándose aquí el concepto ascaniano de reserva de eficacia).

Colocamos la cascarilla al borde de la mesa. Entonces la mano izquierda gira mostrando su palma y nuestra mirada va hacia ella. Un instante después, descargamos la moneda al regazo, al ir a cogerla para colocarla supuestamente sobre la palma izquierda (la mirada ha permanecido todo el rato sobre dicha palma).

Ahora realizamos un falso depósito bluff, fingiendo colocar una moneda en la mano izquierda cuando en realidad ya no hay moneda alguna porque descansa en el regazo.

Realizamos un gesto mágico. Al hacerlo, se deja ve que la mano izquierda está totalmente vacía (eliminando la sospecha de falso depósito de los espectadores más analíticos. Finalmente se abre la mano izquierda, mostrando que la moneda ha desaparecido una vez más. Sólo resta levantar la carta para mostrar de la moneda ha regresado a su lugar una vez más.




Como se puede apreciar la rutina está construida a través de una serie de falsas continuidades.

En las sucesivas situaciones de partida se ve que la moneda está colocada en la zona de la carta (para ser colocada bajo ella). A continuación se van realizando una serie de acciones de discontinuidad aparente, para fingir que la moneda cambia de ubicación, cuando en realidad no es así, ya que en todo momento la moneda original sigue bajo su carta.

Las dos primeras veces, la acción de discontinuidad aparente consiste en sacar la moneda extra empalmada en la mano derecha como si se tratara de la moneda de debajo de la carta, mientras que, en la fase final, consiste en sacar la cascarilla como si de la moneda auténtica se tratase.

Una vez más, se ve que las situaciones de partida coinciden con las finales porque, en realidad, la moneda nunca cambia de ubicación. En todas las fases la moneda permanece bajo la carta desde el principio.



3. Falsa discontinuidad de ordenación

Este tipo de falsa discontinuidad pretende simular que la ordenación  de una serie de elementos se altera, cuando en realidad no es así. El elemento más usado y obvio es el naipe dentro de los otros elementes o naipes que integran la baraja del tipo que sea (francesa, española, simbólica o tarot).

No hay mucho que decir en este punto. Todo tipo de falsas mezclas, especialmente las totales, así como los falsos cortes, entrarían dentro de este tipo de falsa discontinuidad.

Lo que es interesante de esta falsa discontinuidad  es que no se usaría normalmente como método para establecer un contraste mágico, SINO MÁS BIEN PARA ESTABLECER SUBLIMINALMENTE UNA FALSA CONDICIÓN NECESARIA PARA QUE EL EFECTO TENGA FUERZA.

Veamos de nuevo el esquema:

Sit P  ------ (Sit A)----------------------Sit B,
         fd


Imaginaos el siguiente efecto:



Ordenación tururú

El mago extiende en la mesa una baraja totalmente ordenada, hecho que constatan todos los espectadores. A continuación realiza una serie de mezclas y cortes (falsos). Entonces da un chasquido mágico y muestra que la baraja sigue ordenada.



Empecemos el análisis.

 La situación de partida Sit P sería la ordenación inicial de la baraja, constatada por los espectadores.

Fd sería la acción de discontinuidad aparente, en nuestro caso toda la serie de falsas mezclas y cortes.

(Sit A) sería la falsa situación inicial de la baraja, el hecho de que, en el mejor de los casos, el espectador asumiera que está realmente mezclada tras la (falsa) mezcla del mago.

Finalmente la situación final  Sit B es la revelación de que la baraja se ha vuelto a ordenar.

Y ahora yo os pregunto:


¿Cómo pensáis que los espectadores evaluarían este efecto? ¿Sería realmente engañoso para ellos?


Por razones derivadas de la teoría de lo demasiado obvio, dudo personalmente que el efecto llegase a engañar a espectador alguno. Si bien algunos espectadores pudieran llegar a asumir la falsa situación inicial de que la baraja está mezclada tras nuestras mezclas, una vez que se revele el efecto de que la baraja está (o sigue) ordenada, es muy probable que estos espectadores se cuestionaran la legitimidad de todas nuestras mezclas y cortes previos.

Después de todo fuimos nosotros quienes manipulamos la baraja en todo momento y es creencia popular la superior habilidad del mago. De ahí a deducir que mezclas del mago fueron falsas sólo hay paso. A ver, si se vio la baraja ordenada, el mago mezcla y luego se muestra que sigue ordenada, ¿qué ha podido pasar ahí? 

Otra cosa es utilizar este tipo de falsa discontinuidad para establecer una falsa condición cuya asunción es necesario para que el efecto tenga fuerza. Pero esto lo veremos más adelante.

Una última reflexión.


¿Y si, tras mostrar la baraja ordenada al principio, hubiera sido el propio espectador quien hubiera mezclado la baraja?


¿Cuál pensáis que sería su análisis (una vez superado el impacto) si, tras el gesto mágico (y sin tocar el mago), girase el mismo la baraja y comprobase que sigue totalmente ordenada tras su propia mezcla?
 




3 comentarios:

  1. Gracias Mariano por la descripción que haces de mi en el encabezamiento de este artículo pero sin animo de halagarte (sabes que no es mi estilo) te diré que no hay buen maestro si no existiesen buenos alumnos y este es tu caso como muy bien demuestras con tus artículos y comentarios tan esclarecedores que tenemos el gustazo de leer tanto en este blog como en TERTULIAS y en otros.

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  2. Al comentar la FALSA DISCONTINUIDAD DE ORDENACION,cuando te cuestionas como evaluaría el espectador el efecto, es cierto que al "rebobinar" el efecto pueda llegar a la solución pero creo que es por "mostrar mas de la cuenta".

    Si yo tuviese que realizar ese efecto no mostraría la baraja ordenada al principio pues eso hace pensar en la habilidad del mago al mezclar, pero si partes de otro efecto anterior en el que la baraja se "mezcla" para perder una carta y luego encontrarla el espectador asume indirectamente el desorden y le es mas difícil "rebobinar".

    NO POR MUCHO DEMOSTRAR QUEDAN LAS COSAS MAS CLARAS

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  3. La opción que propones de dar a elegir y perder una carta (teniendo secretamente la baraja ordenada desde el principio)sí que podría funcionar, al permitir al espectador asumir, como bien dices, el desorden inicial por autoconvencimiento.

    Sin embargo, conceptualmente esto no constituiría una falsa discontinuidad de inicio pura, ya que no se mostraría abiertamente la situación inicial (el orden de la baraja) y luego su falsa ruptura (falsas mezclas).

    Pero es indudable, de nuevo, que sería una opción eficaz e interesante, ya que, al estar la baraja totalmente ordenada, tras dar a elegir la carta, por vistazo de la anterior (o de la siguiente) podríamos conocer su identidad, lo cual se podría aprovechar, bien como revelación añadida previa a la localización, bien como factor potenciador del misterio del juego.

    Podríamos por ejemplo recorrer con el dedo la cinta de cartas extendidas de dorso (que sabemos ordenadas) hasta llegar, contando, a la carta en cuestión. Luego, como un plus, podríamos con alguna justificación (quizá establecida previamente), mostrar que la baraja se ha ordenado.

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